– Por Gonzalo Ciparelli

Frente a la vida que enseñanzas nos da, y claramente no debemos de pecar de orgullosos, y entender que nos podemos equivocar; si en algún momento de mi vida la balanza de lo que hoy son mis verdades, se inclina para el extremo de lo inesperado y de lo que hoy niego, dando a entender que esto último es lo que pesa más, seré el primero en escribir que lo que antes pensé y sentí, hoy lo contradigo.
Aceptar el error, la inmadurez, y todo aquello que hoy negamos y no sabemos conscientemente porqué, no es más que dar marcha hacia nuestro propio bienestar y plenitud.
Muchos seres humanos han muerto, y van a seguir muriendo muchos más, sin realizar algún proyecto que tanto pensaron y nunca empezaron por miedo a equivocarse, por miedo a la frustración y a no encontrar la valentía de aceptarlo.
Vive aquel que no se queda. El otro dura nomás. Mencionaba el gran poeta gaucho argentino.
El aprendizaje debe venir de entender que el tiempo no es amigo de la duda. Porque cuando dudamos, el tiempo vuela. Porque cuando la duda en nosotros ya no existe y apostamos, el tiempo ya voló.
La difícil e insegura decisión de saber cuándo apostar.
La ilusión de creer que podemos llegar a saber cuándo apostar no hace más que atrasar lo que ya está escrito.

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