La calle -Jueves 28/12/2023

-La frase de hoy: “Como la montaña está lejos y no viene hasta aquí, hay que aportar el sacrificio de ir hacia ella”.

La Calle está hablando del reencuentro de dos hermanos después de dos años sin verse, más allá de la comunicación telefónica. Costó imaginar el alcance para que los cambios no sean tan notorios. Las personas mayores vuelven a ser chicos. Por eso, es fácil imaginar los juegos en el campo tratando de hacer lo mismo que ellos hacían diariamente. Casi naturalmente llegó el tiempo de la escuela, lugar al que acudimos con el clásico guardapolvo blanco puesto sobre la ropa habitual, “traten de aprovechar el tiempo para aprender lo que hace falta; el tiempo pasa volando, como hacen las golondrinas en sus viajes de idas y vueltas leyendo los pizarrones del tiempo”.

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Aquellos eran tiempos felices, donde es fácil adelantar el pensamiento soñando en lo que llegaría después. En los recreos había compañeros que jugaban despreocupados, algo que nosotros no terminamos de aprender.

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Un psicólogo infantil diría en estos tiempos que allá en la infancia nos faltó una etapa de socialización, carencia que después se nota en la personalidad. Los juegos eran inocentes, tal como la mente de los alumnos lo indicaba. No está bueno adelantarse en el camino y sufrir tropezones.

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La asistencia a la escuela fue buena para nosotros: aprendimos, nos dimos cuenta que el saber no ocupa lugar y la amistad perdura ante el paso de los años.

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La visita fue breve pero elocuente en la sana expresión de los deseos, nadie quiso perderse la unión después de mucho tiempo transcurrido.
Varias generaciones de familiares estuvieron allí expresando con su presencia la reiteración de este tipo de encuentro. Los hermanos saben que el tiempo es breve cuando se trata de nosotros mismos.

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En la década del 50 había más trenes para unir a la ciudad que también tenían un auxiliar en los micros de larga distancia.
Fue viajando en tren a Bragado cuando descubrimos el cartel que enuncia el nombre de la estación. Fue una visión que permanece en el amplio baúl de los recuerdos. Al fin, no basta con cumplir más de 80 años para rejuvenecer a través de lo vivido en otra instancia. Ellos están allí, aunque no se los vea; ayudan cada vez que hace falta y comprobamos que nunca estaremos solos en la madrugada de la nostalgia. Por eso el encuentro familiar se sacó una aprobación de 10 como para seguir cursando grados y agradeciendo a la vida el habernos dado compañía, ejemplos y el orgullo de haber integrado ese grupo familiar.

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